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Zenaida y Manuel vuelven a la Torre de la Libertad 60 años después

Miami

Miles de refugiados cubanos pasaron por ese edificio de Miami que se reinaugura ahora como museo del éxodo

La Torre de la Libertad, ubicada en Biscayne Boulevard. / 14ymedio
María Casas

21 de septiembre 2025 - 12:16

Miami/Un robot que hace entregas de comida pasa frente a la imponente fachada. Alrededor los rascacielos y las grúas dominan el paisaje. Mucho ha cambiado Miami desde que en 1925 se terminó el edificio que alberga la Torre de la Libertad, una estructura que abrió sus puertas a miles de refugiados cubanos y que ahora se reinaugura como museo de un éxodo que no ha parado en seis décadas.

Zenaida y Manuel llegaron la tarde de este sábado ante el portón por donde, cada uno y sin entonces conocerse, pasaron siendo niños. La noticia de la reapertura de la Torre de la Libertad, la pasada semana, llegó hasta los oídos de estos dos septuagenarios que, con un vestido blanco ella y una camisa impecablemente planchada él, decidieron regresar al lugar donde "me dieron el primer abrazo cuando llegué aquí", cuenta Zenaida a 14ymedio. "Entregaban unas bolsas de leche en polvo que eran una bendición", agrega Manuel.

Ubicada en Biscayne Boulevard, la Torre de la Libertad fue sometida a una renovación profunda que duró dos años y costó 25 millones de dólares. El proyecto incluyó importantes reparaciones estructurales pero, sobre todo, un replanteamiento de sus colecciones en las que se han agregado mucho material audiovisual, voces, testimonios y la posibilidad de interactuar con parte de las muestras, creando un museo a la medida de cada visitante.

Con un largo suspiro, Zenaida y Manuel comienzan el recorrido. Se ha juntado una veintena de personas para un periplo que será guiado por una especialista y terminará con un sabroso cortadito o una copa de champagne, según los gustos. En octubre, la torre ya abrirá a los accesos regulares pero, por el momento, estos grupos que recorren sus amplios salones disfrutan de una experiencia más íntima y serena.

El proyecto incluyó importantes reparaciones estructurales pero, sobre todo, un replanteamiento de sus colecciones en las que se han agregado mucho material audiovisual. / 14ymedio

Cerrado desde 2023 y declarado 15 años antes Monumento Histórico Nacional, el edificio conserva muchos de los elementos arquitectónicos de su función inicial como sede e imprenta del periódico The Miami News. La mayoría de los visitantes de este sábado optan por las escaleras en lugar del ascensor y desembocan en una amplia sala de columnas y amplios ventanales. Zenaida y Manuel se aprietan las manos, el lugar les resulta familiar pero está muy cambiado.

"Era muy chiquita, pero recuerdo que mi madre estaba muy angustiada", rememora ella, oriunda de Manzanillo y que llegó a Estados Unidos en 1965. Mientras tanto, la guía muestra varias réplicas de la torre colocadas por todo el salón y que funcionan como estaciones informativas con videos y holografías que repasan los momentos más importantes del inmueble. "A mi tía la ayudaron a arreglarse una muela aquí", añade Zenaida.

El grupo es diverso. Hay un par de turistas que parecen haber bajado de un crucero de los que arriban cada semana al puerto de Miami, varios estadounidenses y muchos cubanos, la mayoría mayores de 65 años. La ciudad a la que llegó Manuel en 1963 "no se parecía a nada de esto, esto es otro mundo", reflexiona el exiliado oriundo de Luyanó, en La Habana. También hay algunos refugiados que se han sumado al recorrido con sus hijos, quienes probablemente nunca han pisado la Isla y tienen el inglés como su lengua principal.

"Mira, mira, se parece a tu abuela", señala una mujer vestida de verde que ha llegado acompañada de un adolescente que aparta la vista de su móvil para observar una de las fotos. En la imagen, una mujer delgadísima y con un rictus de tristeza mira directamente al lente. El joven responde con un breve "ok" y vuelve a sumergirse en un video de Tik Tok. El grupo se mueve hasta otra sala con libros repletos de ilustraciones sobre Florida, sus habitantes originales y las múltiples culturas que han dado forma al Miami que hoy muchos llaman la Ciudad del Sol o la capital de América Latina.

En una de las paredes, un texto aclara que estar en una "encrucijada" es hallarse en un "nodo conectivo que actúa como punto de encuentro". En eso se ha convertido la ciudad que en la propaganda oficial cubana sigue siendo la diana de los adjetivos más virulentos y de las acusaciones más iracundas. La isla en fuga ha nutrido y dado forma a una urbe en la que ahora se escucha todo tipo de acentos, se come yuca con mojo y arepas, plátanos maduros fritos y tacos.

"Todo esto lo íbamos a tener en La Habana", remacha la mujer vestida de verde para despegar al adolescente de la pantalla. A través de la ventana se ve un enorme rascacielos que ocupa buena parte del paisaje. La guía apura el paso y entra a otra sala con una amplia pantalla donde se despliega un video con rostros y testimonios del exilio. El pasado en blanco y negro, el presente colorido.

El grupo es diverso. Hay un par de turistas que parecen haber bajado de un crucero de los que arriban cada semana al puerto de Miami, varios estadounidenses y muchos cubanos. / 14ymedio

En las salas siguientes se acumulan los objetos. Hay maletas, bolsos, documentos de viaje, ropas de niños y una muñeca, le suceden también fotografías de balseros. Decenas de cubanos apiñados sobre un endeble bote y otros trepados a un camión reconvertido en embarcación. Se ven también camisas, un vestido de novia, libros y un abanico. Las pocas pertenencias que pudieron sacar los exiliados. La mayoría solo llegó con lo que llevaba puesto sobre su cuerpo.

"A mi padre se lo quitaron todo, el edificio de apartamentos que alquilaba, la farmacia y los carros", cuenta a este diario Manuel. "Mi madre tuvo que dejar hasta el anillo de casada porque en el aeropuerto de La Habana le dijeron que no podía sacarlo". Próspero empresario en Cuba, el padre de Manuel llegó sin un centavo a Estados Unidos. "Tuvo que empezar desde cero, pero tenía olfato para los negocios así que en menos de diez años ya regentaba varios talleres de reparación de carros", asegura.

El momento más emotivo para la pareja es la sala que recrea la oficina de registro del Centro de Emergencia para refugiados cubanos que se fundó en la década de 1960 en la torre. En el local se ocupaban de procesar y documentar a los exiliados y de brindarles servicios médicos y dentales. Las sillas dispuestas en fila, los carteles en inglés y en español y el viejo teléfono en una esquina traen una oleada de emociones a Zenaida.

"Era así mismo, había muchas mujeres con niños", cuenta. "A mi familia le dieron unos dólares para empezar, con eso pudimos alquilar un apartamento que era un dedal, apenas había espacio para que pudiéramos estar todos dentro". En unos pocos años se mudaron a Kansas City donde poco después su padre comenzó un negocio de revelado e impresión de fotografías. "Hicimos buen dinero y cuando ya tuvimos bastante para comprar una casa regresamos a Miami, porque este era el lugar que nos gustaba y nos recordaba a Cuba".

Zenaida y Manuel nunca han regresado a la Isla. "Hemos ido sacando poco a poco a la familia que nos quedaba allá, a los últimos que trajimos fue a una sobrina nieta con sus dos hijos". De Manzanillo y Luyanó les llegan retazos de historias. "La casa de mi familia es una oficina que usan para reclutar jóvenes para el Servicio militar", asegura ella. "El lugar donde viví mi infancia en La Habana se derrumbó", lamenta él.

Muchos de los que se fueron en las décadas de 1960 y 1970 nunca regresaron a la Isla. / 14ymedio

En una sala del museo, una máquina de coser Singer atrae las miradas del grupo. Hasta el adolescente deja Tik Tok tratando de descifrar para qué sirve el objeto que, dentro de una vitrina, parece tan importante. La costura fue una fuente de empleo para muchas de las emigradas cubanas que llegaron a EE UU. "Mi madre nos pagó los estudios haciendo de todo en su máquina y terminó abriendo una tienda de vestidos elegantes", cuenta otra anciana ante los comentarios de la guía.

Una amplia pared repleta de rostros propone otra emotiva experiencia. Los visitantes pueden elegir escuchar el testimonio de cualquiera de los cientos de personas que los miran desde los muros. La voz del escritor Luis Felipe Rojas habla de vivir sin miedo y de la importancia de decir la verdad. El exiliado, reprimido duramente en Cuba por su trabajo como periodista independiente, sostiene que sus hijos serán mejores seres humanos porque han crecido en un entorno en el que no tienen que simular ni fingir una ideología.

Zenaida tiene los ojos rojos y Manuel camina con paso más lento. El recorrido ha terminado y ella opta por un café, mientras él disfruta del champagne. Afuera empieza a llover. 

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