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"Queremos un puente aéreo", insisten los cubanos varados en Colombia

Cubanos varados en Colombia se alimentan gracias a la generosidad popular (cortesía)
Mario J. Pentón y Abel Fernández

28 de mayo 2016 - 14:27

Miami/Los cubanos cocinan en una olla colectiva los alimentos que les regalan los vecinos, juegan dominó y se cortan el cabello mientras esperan que el Gobierno de Colombia encuentre una solución para ellos.

“Queremos que se haga con nosotros lo mismo que se hizo con la crisis migratoria de Costa Rica y Panamá”, dice Nelson March, un habanero de 48 años, quien documenta diariamente la situación de cerca de 300 migrantes cubanos varados en un albergue en el poblado de Turbo (norte de Colombia), a través de videos que coloca en su muro de Facebook. “Queremos un puente aéreo”, pide.

March, quien salió hace dos meses de Quito, Ecuador, rumbo a Estados Unidos, es uno de los que se encuentran hacinados en el albergue en Turbo. Entre ellos hay niños y mujeres embarazadas. Y cada día llegan más.

“Nos tiramos a dormir en el piso, sobre unas colchonetas que la gente del pueblo nos ha donado, pero ya no tenemos más. A los que están llegando les damos unas sábanas para que se acuesten en una esquina cerca de la entrada”, cuenta Maydelín Hernández, de 37 años. Esta cubana, enferma de cáncer, asegura que diseminados por el pueblo “en casitas de acojo” hay muchos más migrantes.

Desde que Panamá les cerró sus fronteras el 9 de mayo pasado, después de una crisis que concluyó con el traslado de miles de migrantes hacia México a través de un puente aéreo, decenas de cubanos que llegan diariamente desde todas partes del continente se aglomeran en Turbo con la esperanza de ser trasladados en algún momento a la frontera estadounidense.

Dos de ellos fueron diagnosticados con malaria, una enfermedad potencialmente mortal transmitida por el mosquito y que es frecuente en esa región

Aunque la alcaldía de Turbo ha enviado a funcionarios de salud pública al albergue y los vecinos de la zona les han donado agua, comida y colchones, las condiciones del local son precarias. El jueves, tres cubanos fueron trasladados de emergencia con fiebre al hospital. Dos de ellos fueron diagnosticados con malaria, una enfermedad potencialmente mortal transmitida por el mosquito y que es frecuente en esa región. También hay dos embarazadas recibiendo tratamiento en el hospital local con amenaza de aborto, explica el alcalde de Turbo, Alejandro Abuchar. “Nuestra función es mantenerlos ahí donde están con las mejores condiciones que podamos ofrecerles y garantizando sus derechos fundamentales”, agrega.La ministra de Relaciones Exteriores de Colombia, María Ángela Holguín, dijo el viernes que a su Gobierno le pareció “adecuada la medida de Panamá” y que está trabajando con Ecuador en un protocolo de deportación.“Ambos países vamos a recibir personas que estén de manera ilegal en el otro país con las condiciones de que la persona tenga un ticket de retorno, un documento de identidad y donde la persona haya salido con un sello del país de donde viene”.

Abuchar informó el martes que tras una reunión con las autoridades migratorias en Medellín se había acordado que no se realizaría puente aéreo alguno y se esperaba a que los migrantes se retirarán por sus propios medios hacia los países por los cuales habían ingresado a Colombia o hacia la frontera panameña que continúa cerrada.

“Vivimos en una desesperación tremenda, con los nervios a flor de piel”, se queja Aylín Gary Cruz, una activista de la Isla de la Juventud

Aylín Marta Torres llegó el martes al albergue en Turbo procedente de Uruguay, junto a su esposo y otros dos cubanos. Esta tunera de 28 años salió hace cuatro meses de Cuba hacia Guyana, que no exige visas a los cubanos, y desde ahí atravesó Brasil para llegar a Uruguay, donde tenía amistades. El 22 de abril pasado, Torres partió hacia Panamá a través de Ecuador y la selva de Perú con la esperanza de unirse a los cubanos varados en Panamá, pero al llegar a Turbo se enteró “que todo estaba cerrado”.

Según Maydelín Hernández, los migrantes temen que en cualquier momento serán deportados de forma masiva. “Una persona cercana al Gobierno nos alertó de que se está preparando una deportación masiva, nos avisaron a mí, que estoy enferma, y a las embarazadas, pero nosotros alertamos al resto”.

“Vivimos en una desesperación tremenda, con los nervios a flor de piel”, se queja Aylín Gary Cruz, una activista de la Isla de la Juventud quien también se encuentra en el albergue en Turbo. “Anoche no dormimos nada esperando el asalto al albergue para deportarnos’.

Una optometrista cubana, Irisdania González, llegó esta semana desde Bogotá al albergue de Turbo después de desertar, en febrero, de una misión en Venezuela para acogerse al Cuban Medical Professional Parole Program, una disposición creada en 2006 por el entonces presidente George W. Bush que permite entrar a EE UU a los profesionales sanitarios de la Isla que participen en misiones internacionales del Gobierno de Cuba. Su solicitud fue denegada por la embajada estadounidense en Colombia.

Cerca de 200 médicos, dentistas y enfermeros cubanos están en Colombia a la espera de una respuesta de EE UU a su solicitud

González, de 30 años y oriunda de Granma, asegura que en Bogotá hay cientos de médicos cubanos que llevan varios meses esperando una respuesta de la embajada y unos 30 a quienes les han negado la visa. “Aunque nos dan la posibilidad de volver a presentarnos, estamos en Bogotá sin trabajo, sin condiciones”, agrega. “Creo que aquí en Turbo hay más perspectivas de que podamos irnos a Estados Unidos”.

Al licenciado en rehabilitación Abilio Fernández, de Ciego de Ávila y 28 años, le negaron el parole y está contemplando la posibilidad de irse de Bogotá a Turbo: “Si se hace un puente aéreo, estoy seguro de que la mayoría de los médicos que hemos desertado de las misiones y estamos aquí en Bogotá nos iríamos”.

Según Fernández, en un grupo de WhatsApp se comunican cerca de 200 médicos, dentistas y enfermeros cubanos que están en Colombia a la espera de una respuesta de EE UU, y muchos ya están tramitando un pasaporte cubano “azul”. Los profesionales de la salud son enviados a las misiones en otros países con un pasaporte rojo “que no sirve para viajar” sino solamente para salir y entrar en el país al que han sido asignados los galenos.

Wilfredo Allen, un veterano abogado de inmigración en Miami, cree que la demora en otorgar el parole se debe a que la administración del presidente Barack Obama quiere eliminarlo y “está desalentando a los médicos para que se rindan”.

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