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El Gobierno prepara otra Tarea Ordenamiento para retomar el control del mercado de divisas

Cuba

La guerra contra 'El Toque' y la ofensiva contra los remeseros privados buscan “allanar el camino para la introducción de la tasa de cambio oficial supuestamente flotante”

Compra informal de dólares en el mercado de La Cuevita, en una imagen de archivo. / 14ymedio
14ymedio

02 de diciembre 2025 - 14:44

Madrid/La agresiva campaña que desde hace semanas lleva a cabo el régimen contra El Toque por publicar a diario el precio de las divisas en el mercado informal centra este mes, irremediablemente, el informe que firma Pavel Vidal para el Observatorio de Monedas y Finanzas de Cuba (OMFi), asociado al medio independiente. Para el economista cubano, “la amplitud y la persistencia de esta ofensiva comunicacional y coercitiva” van más allá de “desviar la atención de las múltiples crisis que atraviesa el país: productiva, financiera, social, migratoria, energética, sanitaria y de credibilidad”.

El “interés especial que las autoridades le asignan al tema”, que se revela en el “uso excepcional de recursos propagandísticos, institucionales y policiales” –y no solamente en los ataques contra El Toque, sino también en los operativos que aseguran haber emprendido contra operadores de remesas informales–, se debe más bien, aventura Vidal, a otro objetivo de fondo: “allanar el camino para la introducción de la tasa de cambio oficial supuestamente flotante”.

Antes de que eso suceda, argumenta el economista, el Gobierno parece haber valorado que “es necesario debilitar primero (y, de ser posible, aniquilar) las estructuras y a algunos de los actores que conforman el mercado cambiario informal y a la plataforma que publica las principales referencias del precio de las divisas”. Parte de esta estrategia incluiría, prosigue, “intentar posicionar plataformas alternativas dóciles” al régimen para retomar el control del mercado de divisas.

“¿Por qué el Gobierno se siente vulnerable ante el mercado informal de divisas?”

Y por qué, se pregunta Vidal, el Estado cubano, que es dueño de los bancos y todopoderoso en cuestión de política monetaria y fiscal, emplea esos “mecanismos coercitivos parafinancieros” para formalizar el mercado de divisas, “¿por qué el Gobierno se siente vulnerable ante el mercado informal de divisas?”. Dos precedentes ayudan a explicarlo, sostiene.

Uno, el “ordenamiento monetario” de 2021 (la llamada Tarea Ordenamiento), cuando el Banco Central de Cuba (BCC) eliminó el CUC y unificó la tasa oficial a un dólar por 24 pesos. Aquella tasa, esgrime el texto, “nacía desactualizada y no reflejaba las condiciones económicas y financieras del momento”. Concretamente, en enero de aquel año, cuando El Toque aún no ofrecía la información diaria sobre las divisas, indica Vidal, en el mercado informal el dólar se vendía a 40 pesos.  

Y otro, el ajuste de la tasa oficial para particulares –de 24 a 120 CUP por dólar–, llevado a cabo en agosto de 2022, que también resultó un fracaso. “En cuestión de semanas, el mercado informal evidenció que un ajuste cambiario puntual, sin el acompañamiento de la política monetaria y fiscal, y sin resolver las causas raíces de la inflación, no era suficiente para retomar el control del mercado de divisas”, acota Vidal.

La brecha entre la tasa oficial y la informal “volvió a ampliarse”, por lo que los ciudadanos dejaron de vender las divisas en el mercado formal “y los bancos se quedaron sin dólares para vender al público”. Frente a la irrealidad de las tasas oficiales y el secretismo del régimen, prosigue el economista, “el mercado informal de divisas ha sido un mejor indicador para medir la magnitud del proceso inflacionario del país, los desequilibrios macroeconómicos y las consecuencias del fallido ordenamiento monetario y de la profunda crisis económica”, es decir, la caída del poder adquisitivo de la gente y el empobrecimiento generalizado del país.

El Gobierno busca “aniquilar la competencia, los contrapesos y todo aquello que permita medir y visibilizar un eventual tercer fracaso”

Se avecina una “tercera transformación cambiaria” y, para ello, el Gobierno busca “aniquilar la competencia, los contrapesos y todo aquello que permita medir y visibilizar un eventual tercer fracaso”. Es cierto, concede Vidal, que no se ha anunciado la fecha de implementación de esa nueva tasa de cambio, que el régimen adelantó que sería para este 2025, pero “el apetito por divisas” del Estado cubano puede hacer que sí se ponga en marcha “a pesar de sus dudas y preocupaciones”.

Una señal que podría dar pistas, expone el economista, es “la emisión de billetes de pesos cubanos de mayor denominación, una cuestión operativa que parece necesaria para que sea viable para las Casas de Cambio y los bancos movilizar por ventanilla la cantidad de efectivo que se esperaría de las transacciones cambiarias”. Se trata de una medida que, según el ministro de Economía y Planificación, Joaquín Alonso Vázquez, recuerda Vidal, “se está valorando”.

El cumplimiento de la promesa de una nueva tasa que sea flotante ayudaría, expone Vidal, a que los bancos y Casas de Cambio accedieran a las divisas provenientes de remesas y otras fuentes, pues “un valor en pesos cubanos para las divisas lo suficientemente atractivo para los hogares, y ajustado a las reales condiciones económicas, generaría los incentivos para que las divisas entren al circuito formal”. Al suceder esto, las instituciones financieras “dispondrían de los dólares necesarios para atender la demanda de la población y sostener las operaciones de compraventa”, de tal suerte que el mercado formal funcionaría “aun en un contexto de importantes restricciones en las finanzas del Estado”.

Sin embargo, el especialista duda de que el régimen cumpla su promesa, pues implica, por un lado, que la flotación sea genuina, es decir, se adapte a las condiciones de la oferta y la demanda, independientemente de si el tipo de cambio sube o baja, y, por otro, el compromiso por parte del Estado de no intervenir en el mercado cambiario con “fines recaudatorios”, más allá de las tarifas por prestar el servicio. O sea, que el Gobierno esté dispuesto a vender todos los dólares que compre. 

“Es difícil imaginar una flotación gestionada con criterios estrictamente técnicos”

En cuanto a la primera condición, Vidal duda de que el Gobierno realmente asuma una tasa de cambio determinada por la libertad de mercado, pues “las políticas económicas siempre han preferido la centralización financiera, los topes de precios, la administración discrecional de las divisas y los instrumentos directos de control monetario”.

Por otra parte, continúa el economista, el Gobierno espera que la nueva tasa conlleve una apreciación de la moneda nacional, cosa que no se puede prever. “Las presiones inflacionarias que aquejan a la economía no han cesado, lo que hace altamente improbable que, en el corto o mediano plazo, la moneda pueda revaluarse de manera sostenible”, dice Vidal. 

A esto se suma algo más, “crucial”: que el BCC no es autónomo y no controla las reservas internacionales. “Es difícil imaginar una flotación gestionada con criterios estrictamente técnicos”, explica el economista.

Respecto a la segunda condición, también la pone en duda. Más probable que conformarse con ser intermediario entre actores es que el Gobierno esté detrás de las remesas y que la tasa flexible la tome como un medio para recaudar divisas. “La transformación del mercado cambiario no sería principalmente para mejorar su eficiencia y transparencia, sino un instrumento para captar recursos en un contexto en el que las finanzas del Estado no prosperan debido a la caída del turismo, la crisis estructural de la balanza de pagos y los apoyos financieros insuficientes de los aliados internacionales”, expresa Vidal, que vaticina: “Si el Banco Central se convierte en comprador neto de divisas en el mercado cambiario formalizado, se generaría un mayor desequilibrio que reimpulsaría la depreciación del peso cubano. Sacar dólares de un mercado cambiario en el que no existe un excedente encarecería aún más su precio. Comprar dólares y no venderlos implicaría una emisión adicional de pesos con graves efectos inflacionarios”.

Este mismo martes, por ejemplo, 'El Artemiseño' publica que lo que hace 'El Toque' es una “invasión”

Pavel Vidal dedica la última parte de su reporte mensual a establecer con claridad que todos los aspectos negativos de tener un mercado cambiario informal –especulación, volatilidad, ilegalidad, inseguridad, desprotección–, pero explica que si surgió la informalidad fue como “respuesta directa” a los desequilibrios macroeconómicos y la “ausencia de políticas efectivas y de reformas para enfrentar las múltiples crisis que afectan al país. “La sustitución del mercado informal no puede imponerse ni lograrse mediante la intimidación y la desinformación”, asevera, y añade: “Aun con sus imperfecciones, el mercado informal ha operado como un canal alternativo para evitar un colapso aún mayor. Ha permitido que continúen llegando las remesas, que opere el sector privado y que se ofrezca una mejor referencia para calcular costos y precios que las tasas oficiales”. 

A nada de esto parece que prestará oídos el Gobierno, que prosigue con su arremetida contra El Toque, al que acusa de delitos como “terrorismo”, “tráfico de divisas”, “fraude fiscal” o “mercenarismo”. No pasa un solo día sin que los medios oficiales, escritos o audiovisuales, dediquen una o dos notas a atacar al medio independiente. Este mismo martes, por ejemplo, El Artemiseño publica que lo que hace El Toque es una “invasión” y que el Estado tiene derecho a “defenderse de una agresión a su soberanía, ya sea territorial, política, social o económica”.

Precisamente ayer la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) condenó al régimen por estos ataques. En un comunicado, la organización, con sede en Miami, recordó que los trabajadores del medio han sufrido “actos de intimidación, amenazas y presiones directas”, así como “campañas de difamación desde medios oficiales y cuentas vinculadas a instituciones estatales”, lo cual se suma “a un patrón sistemático de persecución contra periodistas independientes en Cuba, que incluye vigilancia, confiscación de equipos, restricciones migratorias y acoso a familiares”.

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