Los turistas ya no van a Cuba porque no hay comida, admite el ministro del ramo
Turismo
Este sector "experimenta los peores números de su historia desde que se tienen registros", según el economista Pavel Vidal
Madrid/Las autoridades cubanas ya no mencionan la pandemia del coronavirus, como hasta ahora habían hecho, como explicación a la debacle del turismo. Al tratar el tema en la comisión agroalimentaria del Parlamento, este martes, el ministro Juan Carlos García Granda relacionó la disminución de visitantes con el “desabastecimiento del sector”, que dijo comenzó en 2023 y “se agudizó” durante 2024.
“Este ha sido el peor momento desde el derrumbe de las Torres Gemelas, en 2001, sin contar el período pandémico”, aseveró el ministro de Turismo, en una reunión más de las que se han realizado previo al quinto período ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional, que comienza hoy, y que dibujan el más negro panorama para el país.
Entre las principales razones de ese desabastecimiento expuestas por García Granda están “la centralización en el pago en divisas y los esquemas poco atractivos para los productores nacionales, especialmente del sector agrícola”. Es decir, la dificultad para acceder a dólares de los campesinos, quienes mayoritariamente tampoco realizan operaciones bancarias.
Hay también “deudas en moneda nacional, dificultades en la conciliación y pagos que no se realizan de forma efectiva
El ministro de Agricultura, Ydael Pérez Brito, completó la información, indicando que aunque hay “más de 55 formas de encadenamiento entre la agricultura y la gestión no estatal vinculadas al turismo”, hay también “deudas en moneda nacional, dificultades en la conciliación y pagos que no se realizan de forma efectiva, lo cual desestimula a los productores”.
Fue más allá, por su parte, el ministro de la Industria Alimentaria, Alberto López: simplemente, existe una “incapacidad” en la producción ahora mismo para satisfacer la demanda del turismo. El sector, recoge la prensa oficial de sus palabras, “depende de dos fuentes esenciales: la agricultura nacional y los productos importados, ambas menguadas en los últimos años, lo cual ha reducido la producción industrial”.
Bien lo saben hoteleras como Meliá, que desde el año pasado tiene una importadora propia, Mesol, para garantizar sus servicios. La española es una de las pocas que se salvan parcialmente del naufragio del sector en la Isla. En el primer trimestre del año, registró una ocupación del 40%, frente al mísero promedio nacional del 24,1%.
Las autoridades parecen ser conscientes de las quejas de la población por el hecho de que el régimen gaste más en hoteles de lujo que en otros sectores económicos y sociales, pero sin admitirlo explícitamente. Así el primer ministro, Manuel Marrero Cruz, quien, volviendo a una consigna que se repite en los medios oficialistas desde hace meses, dijo que el turismo “cuando marcha a buen paso, reimpulsa toda la economía” y que “asegurar su funcionamiento no implica desatender a la población, sino habilitar ingresos para dar respuesta a sus necesidades”.
La Industria Alimentaria “no busca enriquecerse con el turismo, sino reaprovisionarse para sostener la producción”
En la misma línea, el ministro Alberto López subrayó que la Industria Alimentaria “no busca enriquecerse con el turismo, sino reaprovisionarse para sostener la producción”.
Otros problemas del sector mencionados en la reunión fueron la falta de combustible y el estado de los aeropuertos. Sobre esto último, detallaron que un informe oficial reveló “deficiencias que afectan la calidad de un servicio fundamental en la movilidad y el desarrollo turístico”.
El reporte, que incluía la inspección de 19 de los 22 aeropuertos civiles de la Isla y entrevistas a más de 400 personas, arrojó que pese a “mejoras en mantenimiento preventivo” de las terminales internacionales como La Habana, en las terminales nacionales de Granma, Guantánamo y Las Tunas “el deterioro de pistas ha obligado al cierre parcial o la limitación de operaciones a aeronaves pequeñas”.
Fallas en los servicios básicos como el abastecimiento de agua, mala higiene de los baños, problemas de conectividad, escasa limpieza incluso en salas VIP, así como demoras en los procesos de migración y aduana fueron otras de las cuentas en el rosario de problemas exhibidos, de manera pocas veces vista, por las propias autoridades ante la Asamblea.
La exposición de la comisión del ramo coincidió con la publicación, también este martes, del informe mensual del economista Pavel Vidal, en el que se destaca, precisamente, el desastre turístico. “Ni turistas, ni electricidad. La economía cubana sigue lejos de ofrecer cualquier signo de recuperación. La industria turística en Cuba experimenta este 2025 los peores números de su historia desde que se tienen registros. Esto repercute en la escasez de divisas en el país, mientras el Gobierno cubano mantiene una postura que evade cualquier ejercicio de transformación profunda”, resume el especialista en su reporte, en el que alerta, además, de que este mes podría superarse la barrera de los 400 pesos por dólar en el mercado informal.
“Ambos fenómenos se retroalimentan y configuran un círculo vicioso que limita cualquier margen de recuperación económica”
Vidal, residente en Colombia, concluye que, si se extrapolan los datos de la Oficina Nacional de Estadística e Información (Onei) sobre la llegada de visitantes hasta mayo de 2025 y se considera la tendencia para los meses que restan, este año “difícilmente se sobrepasarán los 1,8 millones de turistas”, cuando el plan gubernamental era llegar a 2,6 millones. “Lo anterior representaría alrededor de 400.000 turistas menos que en 2024, una reducción de cerca del 19%”, prosigue el economista. “La contracción de la industria turística cubana en 2025 es la mayor desde que se tienen registros del flujo de visitantes (1985), excluidos 2020 y 2021, años de la pandemia de covid-19”.
Esta hecatombe, refiere el especialista, se une a la no menos grave situación de déficit energético. “Ambos fenómenos se retroalimentan y configuran un círculo vicioso que limita cualquier margen de recuperación económica”, sentencia Vidal. “Por un lado, los apagones frecuentes y prolongados minan la competitividad del sector turístico y afectan tanto la percepción internacional del destino como la calidad real de los servicios. Por otro lado, la caída sostenida en los ingresos por turismo internacional –una de las principales fuentes de divisas del país– reduce la disponibilidad de divisas del Estado para importar combustibles y realizar el mantenimiento que requieren las anticuadas plantas termoeléctricas”.
Aparte de un aumento de la inflación, Vidal señaló el lastre para las empresas privadas. “Las mipymes y el sector privado en general están muy afectados dada la alta dependencia directa e indirecta que tienen del turismo”, y, dadas “una disminución significativa de sus ingresos y márgenes de ganancia”, además de las “prohibiciones regulatorias”, se les augura escasas posibilidades de recuperación.