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Belkis Cantillo emprende una nueva lucha desde Santiago de Cuba

La activista lidera el nuevo Movimiento Dignidad para la protección de los presos comunes

Belkis Cantillo (centro) durante una marcha por la 5ta avenida de La Habana, cuando pertenecía a las Damas de Blanco. (Cortesía)
Luz Escobar

17 de enero 2017 - 12:22

La Habana/Conversar con Belkis Cantillo estos días puede ser una misión imposible. Con su vivienda allanada en varias ocasiones, una hija a punto de darle su primera nieta y la fundación del nuevo Movimiento Dignidad, la vida de esta mujer es un torbellino. Residente en Palmarito del Cauto, Santiago de Cuba, la activista ansía que lleguen días mejores para Cuba, pero no está dispuesta a cruzarse de brazos para esperarlos.

Con la voz quebrada, Cantillo habla a través de la línea telefónica sobre sus proyectos y la nueva organización que ha creado para apoyar a los presos que pueblan las cárceles de la Isla. Aclara, a todo aquel que pregunte sobre los orígenes del nuevo grupo, que muchas de las mujeres que lo integran formaron parte de las Damas de Blanco. "Fuimos también del grupo Ciudadanas por la Democracia (CxD) y la mayoría tenemos mucho conocimiento de esta lucha".

La activista ansía que lleguen días mejores para Cuba, pero no está dispuesta a cruzarse de brazos para esperarlos

Para Cantillo la vida es una batalla perenne. El pasado viernes en la madrugada atravesó el monte para evitar el cerco policial y acortar la distancia que separa su casa del Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. Aunque se considera una devota de Cachita, en esta ocasión no la movió solo la fe. Unas 16 mujeres se juntaron allí para anunciar el nacimiento del Movimiento Dignidad.

"La represión era tan grande que llegamos solo algunas", cuenta a 14ymedio. El susto de lo que vivió todavía no se le ha pasado, pero Cantillo es una mujer curtida. Bajo su liderazgo se agrupan ahora unas 60 compañeras de lucha, las tres cuartas partes con un historial de activismo y experiencia en hacer oposición desde el Oriente, la zona del país más controlada por la Seguridad del Estado.

"Entramos 14, y después, a eso de las diez de la noche, dos más", explica Cantillo. También llegaron la vigilancia y las amenazas para que se retiraran sin aguardar a la misa dominical. Las mujeres insistieron en permanecer en un albergue cercano, gestionado por la Iglesia, pero al final tuvieron que volver a sus casas.

"No nos dejaron comer, ni siquiera tomar agua. Allí nunca se había visto algo así, hasta llamaron a la policía para sacarnos", recuerda. Pero quienes las presionaban no sabían que ya habían dado a luz al nuevo grupo.

La líder de las Damas de Blanco, Berta Soler, tiene palabras de ánimo para el movimiento que acaba de nacer. "Veo bien a toda persona que luche contra el régimen", enfatiza. "Cualquier movimiento que esté dispuesto a combatir el régimen, para mí, es válido y efectivo en esta lucha" opina. Sin embargo, discrepa con lo sucedido el sábado: "Las iglesias hay que respetarlas, eso tiene su disciplina".

En el centro de sus críticas está el delito de peligrosidad predelictiva con el que es posible encarcelar a un ciudadano con la mera sospecha de que pueda cometer un delito

Cantillo se concentra ahora en el futuro. Su esfuerzo y el del resto de sus compañeras se centra en los presos comunes, un sector del que pocos hablan y al que muchos evitan representar. "Escogimos estos prisioneros para ayudarlos a ellos y sus familiares con la atención social y jurídica que tanto necesitan y no tienen", detalla la mujer. En el centro de sus críticas está el delito de peligrosidad predelictiva con el que es posible encarcelar a un ciudadano con la mera sospecha de que pueda cometer un delito.

A mediados del pasado año el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo estimó que Cuba tenía 510 personas presas por cada 100.000 habitantes, una cifra que la ubica a la cabeza de la región. Si en 1959 la Isla contaba con 14 prisiones, en la actualidad la cifra sobrepasa las 200, según estimaciones de Elizardo Sánchez, presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN).

Por su parte, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha denunciado que, después de El Salvador, Cuba es el país de América Central y el Caribe con la tasa más alta de hacinamiento en las cárceles. Entre prisioneros comunes y políticos, se calcula que las cárceles albergan a más de 80.000 cubanos, un 80% de ellos negros o mestizos.

Las activistas buscan extender sus acciones a todas las provincias pero, por el momento, se sienten reconfortadas de haber podido llegar hasta aquí. "Ya lo logramos, ahora seguiremos", sentencia Cantillo, con esa manera de hablar directa y breve que tienen las mujeres acostumbradas a los rigores de la vida rural.

"Todas las que iniciamos el movimiento hemos sido amenazadas por la policía política, casa por casa", relata. Sin embargo, "mi familia siempre me ha apoyado mucho y ha tenido que ser fuerte para no caer en la separación".

"Todas las que iniciamos el movimiento hemos sido amenazadas por la policía política, casa por casa"

El líder de la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu), que fue su esposo, conoce bien la determinación de Cantillo. José Daniel Ferrer ve con buenos ojos la formación de la nueva entidad de la sociedad civil. "Nos parece positivo que mujeres y hombres, en este caso mujeres, se preocupen por los problemas que más afectan a nuestra nación, a nuestra sociedad".

"Lo único que no hubiéramos recomendado es cambiar el nombre, ellas ya existían como Ciudadanas por la Democracia y se habían dado a conocer desde hace dos años", reflexiona el opositor.

Cantillo también deja un espacio para la premonición cuando dice con un tono de voz firme: "Pronto vendrá al mundo mi primera nieta y va a ser fortísima porque ha vivido la represión desde que estaba en el vientre de su madre".

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