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"ChatGPT me dijo que tengo dengue"

Salud

A falta de médicos y fármacos, muchos cubanos recurren a la inteligencia artificial para sus diagnósticos y tratamientos

ChatGPT, con su tono neutro y disponibilidad constante, se ha convertido en una suerte de "consulta abierta" para quienes no encuentran medicamentos. / 14ymedio
Natalia López Moya

11 de noviembre 2025 - 14:08

La Habana/"Descansa y bebe mucho líquido", lee Dorothy en la pantalla de su móvil antes de que la fiebre y el dolor de las articulaciones la obliguen a cerrar los ojos para intentar dormir. Como miles de cubanos que enfrentan alguno de los virus que recorren la Isla, esta habanera de 29 años consulta a ChatGPT en busca de alivio y orientación. "No sé qué me hubiera hecho sin esto", confiesa. "Llevo días con dolores fuertes y me dijeron que el Cuerpo de Guardia está lleno de gente con lo mismo, sin duralgina ni nada".

La escena se repite cada día en miles de hogares cubanos. En medio de una crisis sanitaria y del colapso de la atención primaria, la inteligencia artificial (IA) ha comenzado a ocupar el lugar del antiguo médico de la familia, aquel que en los años 80 conocía a todos los vecinos por su nombre y emitía decenas de recetas cada semana. Hoy, en la mayoría de los consultorios solo quedan una camilla vacía y un mural amarillento proclamando las ventajas de la salud socialista. Una parte de estos locales están cerrados u ocupados por familias que perdieron su casa en un huracán.

ChatGPT, con su tono neutro y disponibilidad constante, se ha convertido en una suerte de "consulta abierta" para quienes no encuentran medicamentos, no tienen acceso a un hospital o simplemente desconfían de la calidad y los recursos disponibles en los servicios públicos. En Cuba, donde el sistema de salud vive su mayor deterioro en décadas y el éxodo ha dejado miles de plazas médicas vacías, muchos recurren a su teléfono móvil para obtener respuestas inmediatas.

"Mi hija tiene instalado un programa en el teléfono que te dice qué tomar, cómo hacer las infusiones o qué remedios naturales te ayudan"

Según cifras del propio Ministerio de Salud Pública, publicadas en 2023, la Isla perdió más de 15.000 médicos en apenas cinco años, y el número de consultorios del Médico de la Familia cayó de 13.200 a poco más de 10.000. En provincias como Holguín o Granma, las comunidades rurales pueden pasar semanas sin acceso a un galeno. La falta de personal, unida a la expansión de los arbovirus –dengue, chikungunya y oropouche–, han disparado la demanda de consejos de salud en la Isla.

"El problema es que no hay adónde ir", explica una jubilada de Centro Habana, que también ha recurrido al chatbot para saber cómo tratar su tos persistente. "En la farmacia no hay ni jarabes, ni aspirinas, ni antibióticos. Todo hay que buscarlo en la calle, y los precios están por las nubes. Pero mi hija tiene instalado un programa en el teléfono que te dice qué tomar, cómo hacer las infusiones o qué remedios naturales te ayudan".

"Algunos servicios de IA están bloqueados para Cuba, pero como mucha gente usa VPN ese no es un problema. También se han hecho muy populares bots de Telegram que te permiten interactuar con ChatGPT fluidamente", explica a este diario Luis, un joven informático que se dedica a instalar aplicaciones en teléfonos móviles en un taller de La Habana.

El técnico considera que los temas que la gente más le consulta a la IA desde la Isla son "soluciones a problemas de cada día, sobre reparaciones de dispositivos que se han roto, trámites migratorios y problemas de salud". A eso suma "formación profesional y de finanzas", explica, por lo que ha visto en el uso de estas herramientas que hacen sus clientes y sus colegas.

Por su parte, el déficit de medicamentos en Cuba –que ronda el 40% de los fármacos básicos, según las propias autoridades sanitarias– ha creado un lucrativo mercado negro. En las calles de La Habana, los vendedores informales ofrecen tabletas de paracetamol, duralgina o ibuprofeno, además de cremas para el dolor articular y el picor en la piel. Son los mismos productos que los chatbots recomiendan para el chikungunya, muy extendido por estos días en la capital cubana.

Antes de lanzarse a la aventura de localizar y comprar unas pastillas, un tubo de ungüento o algún jarabe, las preguntas a la IA no se hacen esperar. "¿Será mejor tomar ibuprofeno o con acetaminophen lo resuelvo?", "¿Necesito la crema por pocos días o es mejor usarla más de un mes?", "¿La bolsa debe ser para fomentos fríos o calientes?", "¿Me tomo la pastilla en ayunas o con la comida?".

"Lo que no puede sustituir es el oído, la mirada o el pulso, ese análisis que hacemos al tener al enfermo delante de nosotros"

"Uno busca lo que puede, pero también tiene miedo de tomarse algo equivocado", comenta un vecino del Cerro que dice haber aprendido a combinar las recomendaciones de ChatGPT con las de un amigo que estudia enfermería. "Si el chat me dice que no mezcle dos medicinas, yo lo respeto. Por lo menos eso me evita un error grave que me puede costar la vida o un susto".

El uso de la IA no se limita a los pacientes. "Nos ayuda a llegar a un diagnóstico, a encontrar bibliografía actualizada y a cuestionarnos algunas conclusiones", reconoce una estudiante de tercer año de Medicina que hace sus prácticas en el hospital Calixto García y que pide el anonimato. "Se ha vuelto parte de la rutina: si no tienes conexión o se te acaba el paquete de datos, te sientes perdido".

La futura doctora admite que sus colegas ya no se sorprenden cuando un paciente llega con un diagnóstico "digital". "Antes decían: ‘Google me dijo esto’. Ahora dicen: ‘ChatGPT me dijo que tengo dengue’. A veces aciertan, otras no. El peligro está en creerle más al teléfono que al médico".

El fenómeno no es exclusivo de Cuba. En países con buena conectividad y sistemas sanitarios robustos, los usuarios ya utilizan la IA para interpretar análisis de laboratorio, comparar tratamientos o entender informes clínicos. Pero en contextos precarios, como el cubano, la herramienta ha llenado un vacío mucho más profundo: el de la confianza perdida en el sistema de salud pública.

Aunque OpenAI y otras empresas advierten que no se debe usar la IA para diagnósticos médicos, en Cuba las advertencias se diluyen entre la urgencia y la falta de alternativas. ChatGPT no pide carné de identidad ni número de policlínico, responde al instante y, sobre todo, no exige un jabón o un paquete de café como regalo para acelerar el proceso de ser atendido en una consulta.

"Yo le pregunto como si fuera mi médico de la familia", bromea un joven ingeniero que dice haber salido sin secuelas del brote de chikungunya gracias a las indicaciones de la aplicación. "Te dice que tomes líquidos, reposo, y que vayas al hospital si te notas muy decaído o te desmayas. Nada del otro mundo, pero en mi caso fue lo único que tuve".

No faltan los riesgos. Los chatbots pueden equivocarse, inventar datos o confundir síntomas. Pero incluso los médicos más escépticos admiten que la IA puede ser una aliada si se usa con sentido común. "Es buena para estudiar y para cuestionarnos a nosotros mismos", dice la estudiante del Calixto García. "Lo que no puede sustituir es el oído, la mirada o el pulso, ese análisis que hacemos al tener al enfermo delante de nosotros".

En un país donde la desconfianza en las instituciones y las urgencias de salud caminan juntas, ChatGPT ha encontrado un terreno fértil. A falta de médicos, medicamentos y respuestas oficiales, muchos cubanos han optado por improvisar un nuevo tipo de consulta: una mezcla de ciencia, intuición y dependencia digital.

Como resume Dorothy, la joven habanera: "No es que crea que ChatGPT lo sabe todo, pero por lo menos me escucha sin apuro, no me pide nada y no me manda a hacerme unos análisis a un laboratorio que no tiene reactivos".

Y mientras las salas de urgencia se desbordan y las farmacias siguen casi vacías de medicamentos, en miles de casas cubanas alguna mano temblorosa por la fiebre se aferra a un móvil en busca de respuestas: "¿Qué virus tengo? ¿Qué puedo hacer para no sentirme tan mal?".

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