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"No hay azúcar ni habrá si no cambian las rutinas", advierten los guajiros de Artemisa

Artemisa

Los únicos dos centrales activos de la provincia incumplieron la zafra anterior, "no por ineficiencia, sino por falta de caña"

Algunos guajiros se aferran al surco, pero más por tradición que por las improbables ganancias. / El Artemiseño
14ymedio

26 de septiembre 2025 - 09:17

La Habana/La zafra, casi extinta, se mantiene con más fe que recursos. Cansados de esperar pagos que nunca llegan, insumos que se quedan en promesas y de tener que “echar para adelante” sus propios recursos, los guajiros se lo han dejado claro a la prensa oficial: al menos en Artemisa “no hay azúcar ni habrá de no cambiar las rutinas”.

Interesado en saber cómo comienzan a prepararse los productores para la próxima campaña, El Artemiseño constató que “la historia se repite”. “Una vista panorámica en cualquier municipio con tradición cañera de Artemisa aprecia hectáreas de malas hierbas donde ayer hubo caña, de ahí que solo se ha sembrado el 47% de la caña prevista para esta etapa, 814 hectáreas de un plan de más de 1.700”.

Algunos guajiros se aferran al surco, pero más por tradición que por las improbables ganancias. “La zafra ha sido siempre mi trabajo, mi pasión. Antes, [trabajaba] en la Empresa de Transportación y Servicios a la Mecanización (Tranzmec). Ahora, hace unos nueve años, asumo 39 hectáreas cañeras, 26 de estas en producción, que aportan a la Industria 30 de Noviembre, ubicada en San Cristóbal, con un rendimiento en la actual contienda de 35 toneladas por cada una”, cuenta al diario Joel Collazo Apaceiro.

El agricultor se encarga de cultivos propios, por lo que a su cuenta corre toda la logística de la siembra. La semilla, que nunca llegó de manos del Estado, se la compró a “un productor cercano” a 2.300 pesos la tonelada; y la mano de obra, la contrató de la cooperativa Victoria de Girón para asegurar que se sembrara entre junio y noviembre, cuando el clima es óptimo.

El agricultor se encarga de cultivos propios, por lo que a su cuenta corre toda la logística de la siembra

Incluso ocupándose de cada aspecto de la siembra, los planes no siempre van como Collazo espera y “la primavera y el frío no esperan por burocracias”. “Preparamos la tierra con mucho esfuerzo. El combustible no llegó a tiempo. Nos afectó tanto la sequía de los meses anteriores como la lluvia de los últimos días, pero ya plantamos, (...) incluso aplicamos el premergente, ese líquido que previene la maleza, comprado en Azumat”.

La zafra pasada el esfuerzo fue similar. En una provincia que incumplió el plan de azúcar, el guajiro había entregado 2.080 toneladas de caña entre abril y mayo. El pago por su trabajo, no obstante, se resiste: “Aún no ha llegado ni un centavo de los más de cuatro millones de pesos de esa venta”.

Todos los años pasa lo mismo. “Zafra por zafra el impago es igual. Se violan los contratos, pero seguimos en el surco. Los insumos tampoco son un tema resuelto. Aún debo ir por la cooperativa a recoger la asignación de dos guanchas y un par de limas. Ni una camisa, ni un sombrero, ni un par de botas, ni guantes o medias largas… Todo sale del bolsillo del campesino, ese que para ser productor también debe tener miles de pesos destinados a adquirir fertilizantes, combustible…”.

Otros campesinos son de la misma opinión de que no se hace lo suficiente para respaldar el cultivo que, según describe el propio medio local, es “un sector casi en ruinas”. “Por eso estamos como estamos”, valora Alfredo Gutiérrez Oceguera. “Así no se motiva la fuerza obrera. Este sector perdió el amor por el trabajo, el sentido de pertenencia, y aunque seguimos batallando, sobre todo los más apegados a la tierra, las caras en este surco no hablan de continuidad. Solo [hay] un joven entre tantas canas y arrugas”.

El joven en cuestión es Luis Alberto Gutiérrez Valdés, de 33 años, quien reconoce que “sigue en el sector, aunque sin condiciones para asumir el día a día” aunque la merienda, el transporte y el salario los pague el guajiro que lo contrate como peón. “Convenimos el precio de cada jornada según la actividad y horas de trabajo, como promedio 500 pesos”.

El central Harlem de Bahía Honda pierde cada vez más trabajadores "por razones obvias, se reubican en otras actividades agropecuarias o emigran a otro sector"

A las industrias estatales tampoco les va mucho mejor que a los guajiros. Según Willian Cabrera Gandoy, secretario del Sindicato Azucarero de la provincia, el central Harlem de Bahía Honda –que este año solo se dedicará a producir meladura– pierde cada vez más trabajadores “por razones obvias, se reubican en otras actividades agropecuarias, o emigran a otro sector”. 

Los que se quedan, explica el funcionario, “cobran un desmotivador salario pidiendo un crédito a AzCuba que deberán devolver a final de año, si los ingresos lo permiten”.

Sin embargo, al menos durante la zafra pasada –que a nivel nacional no llegó a las 150.000 toneladas– la provincia se quedó a la zaga y los únicos dos centrales activos incumplieron. De un plan de 7.946 toneladas de azúcar, el 30 de Noviembre produjo menos de la mitad, 3.018, “no por ineficiencia, sino por falta de caña”. El inicio de la contienda se había retrasado más de un mes por falta de combustible. El resultado, explica El Artemiseño, es que este territorio “se ubica entre las provincias que incumplen como años precedentes, y la siembra no avizora una zafra distinta para 2026, pues los números también son de asombro”.

“Cada número incumplido tiene detrás obreros y familias sacrificados, un sector desaliñado que se empeña en respirar”, insiste el diario, que apela al orgullo histórico de que Cuba fuera un gran productor de azúcar, aunque ya son tiempos pasados. “¿Apostamos o no por prestigiar lo que enseñamos en las clases de Historia de Cuba a alumnos de primaria y secundaria básica sobre el sector de los azucareros, o cambiaremos los textos?”.

En cualquier caso, cualquier medida ya va tarde para corregir una zafra que se anuncia nefasta y el oficialismo no lo esconde: “si te topas con la gramínea, sin ser especialista, deduces que comprarás en la mipyme –por tiempo indeterminado– azúcar importada de 500 a 600 pesos el kilogramo del dulce grano, siempre dependiendo del creciente precio del dólar que en el mercado negro marca el ritmo de la mayoría de los cubanos”. 

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