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Las mandarinas peruanas devuelven a los cubanos un sabor perdido

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El precio ronda los 1.300 pesos la libra, prácticamente la mitad de una pensión mensual

Cuando el vendedor detalló los precios de los productos importados, que incluían también cebolla de California, el rostro de la mujer se convirtió en una mueca. / 14ymedio
Juan Diego Rodríguez

02 de octubre 2025 - 11:47

La Habana/Primero fueron los ajos de Estados Unidos, luego llegaron los frijoles de México y ya han aterrizado en Cuba las mandarinas y las naranjas de Perú. Este jueves, un carretillero a pocos metros del Parque Central de La Habana ofrecía su lustrosa mercancía con el novedoso sello que señala el origen y la compañía encargada de su comercio. Por 1.300 pesos la libra, prácticamente la mitad de una pensión mensual, el cliente podía llevarse ese trozo de sabor perdido hace tiempo en muchas casas cubanas. 

"Creo que llevaba más de cinco años sin ver una mandarina", decía golosa una anciana que se acercó al puesto de venta. Cuando el vendedor detalló los precios de los productos importados, que incluían también cebolla de California, el rostro de la mujer se convirtió en una mueca. Un joven, con apariencia de tener más solvencia económica, también se arrimó al puesto y terminó comprando dos libras de mandarinas. "Esto no me lo pierdo yo, que no me acuerdo cuando fue la última vez que las vi", justificó la operación.

Carretillero en La Habana vendiendo frutas y hortalizas importadas. / 14ymedio

La caída en picada de la producción agrícola nacional y los elevados precios de los alimentos que salen de los campos cubanos, junto a una presentación, muchas veces, más limpia y cuidada de la mercancía extranjera, han empujado a los comensales a preferir las frutas y legumbres importadas. Los cítricos, que una vez fueron uno de los renglones que la propaganda oficial impulsó con fuerza, están entre los más golpeados en las últimas décadas por las plagas, los huracanes, la pérdida de mercados internacionales y la ineficiencia estatal.

"No sé si comérmela o huntármela", bromeaba el joven con su bolsa de mandarinas recién compradas. "Mi mamá me cuenta que cuando ella era niña en esta temporada siempre tenía ese olor en las manos porque se consumía mucho, por eso las compré, para darle la sorpresa". De la variedad Murcott, a menudo llamadas Mandarina Gold, las frutas que se venden por estos días en la capital cubana son muy apreciadas por su pulpa jugosa, su sabor dulce e intenso, su piel naranja rojiza y fácil de pelar y por tener pocas semillas.

Comercializadas por la empresa Inkagold, es poco probable que, en el momento de su recolección, los trabajadores agrícolas que las arrancaron de las ramas imaginaran que aquellas mandarinas terminarían en los hogares cubanos. La imagen de la Isla está asociada no solo al sol, las playas y la música pegajosa, sino también a los cítricos, como el limón que se usa en el mojito o las naranjas que se disfrutan a la orilla del mar. Pero esa idílica postal turística dista mucho de una realidad donde unas mandarinas hacen a todo el que pasa frente a un carretillero levantar las cejas, emitir sonidos de asombro y salivar con profusión. 

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