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Inés María Chapman, la ingeniera que quiere ordenar el caos

Rostros 2025

En un gabinete dominado por hombres que suelen hablar de lo que no funciona como si fueran comentaristas ajenos al desastre, ella encarna el raro caso de quien todavía aparenta creer en el orden, la gestión y la responsabilidad

No han faltado quinielas que la mencionen como eventual sucesora de Miguel Díaz-Canel, especialmente desde que la crisis económica, energética y migratoria ha acelerado el desgaste del presidente. / Cubadebate
14ymedio

26 de diciembre 2025 - 04:22

La Habana/En un país donde la inercia es política de Estado y la improvisación un dogma no escrito, Inés María Chapman (Holguín, 1965) ha construido su figura pública alrededor de la eficiencia. Ingeniera hidráulica, metódica, obsesiva de las planillas y los cronogramas, la viceprimera ministra se convirtió este año en uno de los rostros más visibles –y más discutidos– del Gobierno cubano. En un gabinete dominado por hombres que suelen hablar de lo que no funciona como si fueran comentaristas ajenos al desastre, Chapman encarna el raro caso de quien todavía aparenta creer en el orden, la gestión y la responsabilidad.

Pero ese rigor personal ha tenido que lidiar, una y otra vez, con la desidia, la arbitrariedad y la indolencia institucional que caracterizan al modelo cubano. Su episodio más comentado en 2025 ocurrió en Manzanillo, donde acudió a supervisar la triste rutina de una ciudad que apenas logra abastecerse de agua. Allí, ante una multitud cansada de promesas, fue recibida con un grito que resumió más de seis décadas de frustración: "¡Mentira!".

El video circuló como pólvora. Chapman intentó mantener el gesto firme, pero la rabia ciudadana la acorraló. Para algunos analistas, aquel momento marcó un antes y un después en la percepción pública de la viceprimera ministra: una funcionaria acostumbrada a "resolver" desde arriba enfrentaba en vivo el juicio de los de abajo. Su reputación de gestora implacable chocó con la vida real del país que ayuda a dirigir. Poco después, se vería envuelta en otro escándalo, cuando compartió un texto que arremetía contra la Fábrica de Arte Cubano por inaugurar una estrella en homenaje a Celia Cruz en su centenario.

Para algunos analistas, aquel momento marcó un antes y un después en la percepción pública de la viceprimera ministra: una funcionaria acostumbrada a "resolver" desde arriba enfrentaba en vivo el juicio de los de abajo

Sin embargo, su inclusión entre los Rostros de 2025 no se explica sólo por ese incidente. Dentro del reducido círculo del poder, Chapman ha despertado interés por algo que escasea en las alturas del Partido Comunista: competencia técnica. Mujer en un engranaje de testosterona, disciplinada en un entorno que prefiere las consignas, ha logrado construir una marca personal que la ubica, para algunos, entre los nombres "presidenciables". No han faltado quinielas que la mencionen como eventual sucesora de Miguel Díaz-Canel, especialmente desde que la crisis económica, energética y migratoria ha acelerado el desgaste del presidente.

Pero Chapman carga con un conjunto de obstáculos que, en Cuba, pesan más que cualquier currículo. No pertenece a ninguna de las familias históricas que controlan los resortes esenciales del país, un entramado de clanes que reparten ministerios, empresas militares y embajadas como si fueran herencias privadas. Además, en la Isla, donde las decisiones clave siguen tomándose por un puñado de descendientes de europeos –blancos, de apellidos conocidos y, en varios casos, de ojos claros–, su raza opera como un freno silencioso. Ser mujer es otro lastre en una élite política diseñada por y para los hombres que crecieron bajo la sombra férrea del castrismo.

Además, en la Isla, donde las decisiones clave siguen tomándose por un puñado de descendientes de europeos

A pesar de ello, Chapman ha aprendido a moverse con calculada precisión. Callada a veces, expansiva otras, ha sabido administrar sus silencios, medir cada gesto y aprovechar cada aparición pública. En las reuniones televisadas suele destacar por su tono directo, por la aparente capacidad de decir las cosas sin rodeos, aunque nunca lo suficiente como para desafiar abiertamente a la estructura de poder que la sostiene.

Su presencia en barrios inundados, tras roturas de tuberías o en plantas de tratamiento a medio hacer, la ha convertido en la funcionaria que da la cara cuando la infraestructura colapsa, que es casi siempre. La población, sin embargo, ya aprendió que ninguna inspección resuelve las décadas de abandono. De ahí que en Manzanillo, bajo el sol inclemente y frente a un pueblo harto, su figura técnica y ordenada fuera recibida no con respeto, sino con el grito seco de quienes ya no creen en nadie.

Aun así, 2025 confirmó que Chapman sigue siendo una pieza útil para el Gobierno: disciplinada, ejecutiva, confiable. Una mujer que no improvisa –rara avis– en un Estado que improvisa a diario.

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