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Los estudiantes, alzados contra Etecsa y derrotados

Rostros 2025

Los indignados contra el tarifazo de Etecsa, muchos de ellos “la vanguardia revolucionaria”, dieron más de un dolor de cabeza al régimen este año

Pero esa revuelta tenía un precio: la Seguridad del Estado no tardó en empezar a incordiar a estos jóvenes. / EFE
14ymedio

28 de diciembre 2025 - 07:32

La Habana/Ha conseguido el Gobierno acabar 2025 sin que se le complique un frente de turbulencias que le cortó la respiración a mitad de año: el estudiantil. Los gobiernos de todo el planeta saben bien desde hace al menos un siglo que no hay colectivo más peligroso para ellos que el de los estudiantes universitarios enfadados, de la Praga soviética al Pekín de Mao, pasando por la España de Franco y los pacifistas contra la guerra de Vietnam. Los indignados contra el tarifazo de Etecsa, muchos de ellos “la vanguardia revolucionaria”, dieron más de un dolor de cabeza al régimen este año cuando estallaron contra la subida de precios de internet.

Todo empezó un viernes 30 de mayo, porque el Palacio de la Revolución, a veces, no da puntada sin hilo. Con el fin de semana encima y acariciando el final de curso, una noticia rompió una monotonía temática de apagones, inflación y migraciones: el monopolio estatal de las telecomunicaciones actualizaba sus tarifas y la subida no tenía parangón, multiplicando incluso por trece algunos de sus precios. En resumen, las recargas en moneda nacional quedaban limitadas a los 360 pesos mensuales y se incentivaban los paquetes comprados desde el exterior, es decir, en divisas. Los paquetes de 7 GB, por ejemplo, superaban el salario medio mensual. 

Ni el viernes frenó un tsunami que procedía de las propias entrañas de la Revolución. La Federación Estudiantil Universitaria (FEU) de la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana tardó menos de medio día en emitir su opinión: “Es una falta de respeto enorme al pueblo cubano”. Ellos eran los más afectados inicialmente. Su necesidad de acceder a la red no era solo la del común de los usuarios –también terriblemente molestos–, como vía de comunicación o entretenimiento, sino las de un alumno que debe buscar información, investigar y practicar. 

“Valoramos la actitud de Etecsa como inoportuna e imprudente”, afirmó la organización, a la que pronto le salieron simpatizantes desde los márgenes del oficialismo

“Valoramos la actitud de Etecsa como inoportuna e imprudente”, afirmó la organización, a la que pronto le salieron simpatizantes no solo desde los márgenes del oficialismo –como la directora de La Joven Cuba, Mariana Camejo– sino desde una de las voces procastristas más combativas en redes, El Necio. Pronto tuvieron que salir los directivos de Etecsa a justificarse tratando de calmar las aguas con la regla de oro: el bloqueo hace necesarios sacrificios y si queremos modernizar la red, hay que pagar. El efecto fue, precisamente, el contrario al deseado. El malestar, a la vista de que no había rectificación, empezó a expandirse como la pólvora y, una tras otra, las facultades de distintas universidades del país iban convocando huelgas como protesta. 

Pero abrir una grieta en el oficialismo no es cosa de broma. A ese estallido siguió una batalla interna entre quienes consideraban que era imprescindible hacer recapacitar al monopolio estatal de una norma injusta con la población y dirigida a ampliar aún más las diferencias entre quienes tenían acceso a un familiar en el exterior dispuesto a financiar el gasto, y quienes pensaban que era imprescindible cerrar filas con el Gobierno ante cualquier “manipulación mediática [y] los intentos de alterar la normalidad de la vida universitaria”. 

Mientras unos promovían encuentros con directivos de Etecsa para buscar soluciones, otros llamaban a parar radicalmente las clases mientras los reclamos no fueran escuchados. Tal temperatura alcanzaron las cosas que en un muro de la Universidad de Sancti Spíritus apareció la temida pintada: “Abajo la dictadura”. 

El Gobierno intentó tirar de todos los viejos resortes, de programas para explicar por qué era necesaria la tremenda subida a llamadas al orden de Roberto Morales Ojeda, miembro del Buró Político y Secretario de Organización del Comité Central del Partido Comunista. Pero el manual se agotaba frente a cada nuevo reto, llegando al punto de que los estudiantes de Derecho de la Universidad de Holguín –cuna de los Castro– presentaron una demanda contra Etecsa, un gesto sin precedentes en la historia del país. Los alumnos argumentaron que la subida de tarifas era “exclusivista, clasista y contraria al derecho” y todo ello basándose en la Constitución, el Código Penal y otras normas del derecho cubano. Es decir: dentro de la ley. “Todo jurista, ya formado o en formación, tiene el deber de librar batalla contra tres gigantes: el miedo, la injusticia y la ignorancia”, proclamó un abogado en ciernes.

“Todo jurista, ya formado o en formación, tiene el deber de librar batalla contra tres gigantes: el miedo, la injusticia y la ignorancia”, proclamó un abogado en ciernes

La primera quincena de junio fue prolija en debates universitarios, tanto presenciales como en redes, y los alumnos se granjearon el apoyo de los médicos, artistas y profesores prominentes, párrocos y hasta al mundialmente famoso cantautor español Alejandro Sanz, que no dudó en salir en defensa de los rebeldes estudiantes. Pero esa revuelta tenía un precio: la Seguridad del Estado no tardó en empezar a incordiar a estos jóvenes que, aun desde el convencimiento de que el Partido Comunista es el mejor y único rector posible para la Isla, consideraban que había que levantarse contra una decisión que creían errada. 

Con las semanas, el miedo a un castigo, las reuniones con Etecsa y alguna mínima concesión de la empresa acabaron diluyendo un malestar que desapareció a finales de julio sin mayores consecuencias. El verano llegó y el Gobierno, al final, no tuvo aquí su Vietnam.

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